Redacción admin

El caso de Sara sacudió al país. El 4 de abril fue hallada con múltiples fracturas en la quebrada La García, en el barrio Playa Rica de Bello. Permaneció más de dos horas en el agua antes de que los vecinos dieran aviso. Fue trasladada a un hospital, donde aún alcanzó a contar lo sucedido: “fueron hombres malos… me tiraron a la quebrada… tengo mucha sed”.

 

Sus últimas palabras estremecieron a su familia: “mamá, no me abandones… me voy a morir”. A pesar del esfuerzo médico, Sara falleció el 5 de abril. La Fiscalía General de la Nación ofreció 50 millones de pesos como recompensa por información que lleve a los responsables. Luego, la Alcaldía de Bello y la Gobernación de Antioquia aumentaron la cifra a 100 millones.

 

En entrevista con Noticias Caracol, Sandra volvió a pedir justicia. Dijo que su hija vivía con miedo por las agresiones constantes que recibía por su identidad. “Ella no le hacía daño a nadie”, repitió. La última vez que fue vista con vida, había salido molesta de la casa de un familiar. Horas después, apareció herida y desorientada.

 

El trabajo de Sara Millerey, según su madre

 

En medio del dolor por la pérdida de su hija, Sandra Borja, madre de Sara Millerey González, compartió detalles íntimos de la vida de esta mujer trans de 32 años que fue asesinada brutalmente en Bello, Antioquia. 

 

En conversación con el periodista Rafael Poveda, aclaró rumores que han circulado desde su muerte: Sara no estaba involucrada en actividades ilegales; desde joven vendía dulces en el colegio para cubrir sus propios gastos.

 

Desde sus primeros años, Sara demostró una fuerte voluntad de salir adelante por sí misma. Aunque en casa siempre hubo amor, aprendió que debía resolver algunas cosas sola. Lo hacía sin alardear, en silencio, simplemente para no preocupar a su mamá. En el colegio vendía confites, galletas y otras golosinas para comprarse su lonchera. Su madre lo supo años después.

 

Sandra Milena Borja también aprovechó el espacio para desmentir las versiones que circularon tras la muerte de su hija. “no sé por qué dicen eso”, afirmó con tristeza, al referirse a los rumores que intentaron manchar la memoria de Sara. Su hija no era una delincuente ni una mujer agresiva. 

 

Sara comenzó su transición entre los 12 y 14 años. Su madre recuerda con orgullo cómo empezaba a dejarse colitas en el cabello y cómo su expresión femenina se hacía más visible con los años. “Siempre fue muy delicada, muy femenina, desde niña”, expresó Sandra.

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