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En Colombia ya no solo respiramos y vemos los efectos de la contaminación por plásticos. También la estamos comiendo. Así lo revelan dos recientes informes elaborados por la Plataforma de Acción sobre los Plásticos (NPAP Colombia), una alianza entre el Ministerio de Ambiente, el Foro Económico Mundial, el Gobierno del Reino Unido y WWF, que alertan sobre la presencia de microplásticos (MPs) y nanoplásticos en alimentos de consumo frecuente en el país.
Estas diminutas partículas, invisibles al ojo humano, están ingresando al cuerpo humano a través de productos tan comunes como el arroz, la sal, el té y el pescado. Pero lo más grave es que ya se han encontrado en órganos vitales como la placenta, el cerebro y los pulmones, con posibles consecuencias en la salud que van desde desórdenes hormonales hasta alteraciones neurológicas.
¿Qué alimentos tienen más microplásticos?
Los estudios, basados en análisis de laboratorio y muestreos realizados en distintas regiones de Colombia, identificaron los siguientes 12 productos con mayor presencia de microplásticos:
Té en bolsitas plásticas: hasta 11.600 MPs por taza
Arroz: entre 2,3 y 6,3 MPs por gramo. Una porción cocida de 100 g puede contener hasta 630 MPs
Agua embotellada: de 10 a 314 MPs por litro
Mariscos (camarones, cangrejos, mejillones): entre 0,36 y 1,8 MPs por gramo
Bocachico: especie de río con presencia confirmada de MPs en intestinos
Tilapia: exposición relacionada con aguas contaminadas en cuencas piscícolas
Bagre rayado: con potencial bioacumulación por su posición en la cadena alimenticia
Pargo lunarejo: MPs hallados en tejidos internos
Sal de mesa: hasta 680 MPs por kilogramo
Pescado general: hasta 225 MPs en una porción de 100 g
Azúcar: hasta 217 MPs por kilogramo
Miel: hasta 166 MPs por kilogramo
Estos alimentos fueron estudiados tanto en versiones silvestres como en cultivos o productos industrializados. El arroz, por ejemplo, mostró cantidades relevantes incluso antes de su cocción.
¿Qué efectos tienen en la salud?
De acuerdo con los informes, una persona puede llegar a ingerir entre 74.000 y 121.000 microplásticos al año. Estas partículas no solo se acumulan en el cuerpo, sino que además transportan compuestos tóxicos como metales pesados y disruptores endocrinos, sustancias que pueden alterar funciones reproductivas, metabólicas y neurológicas.
En Manizales, un estudio dirigido por María Valentina Suárez, investigadora y estudiante de maestría en la Universidad Nacional, encontró microplásticos en la sangre, la placenta y el cordón umbilical de mujeres gestantes.
“Sabemos que los microplásticos afectan el sistema inmunológico durante el embarazo. Que generan un mayor riesgo de preeclampsia y restringen el crecimiento intrauterino”, explicó Suárez.
Ecosistemas contaminados y bioacumulación
Los ríos y mares del país, como el Magdalena o las costas del Caribe, están entre los entornos más contaminados. Se han identificado especies nativas como el bocachico, bagre rayado o el pargo lunarejo con presencia de MPs en sus organismos.
El caso más preocupante es el de especies en la cima de la cadena alimenticia, que pueden concentrar estos contaminantes y trasladarlos al consumidor final a través del fenómeno de bioacumulación.
¿Y ahora qué?
La comunidad científica y organizaciones ambientales hacen un llamado urgente a las autoridades para acelerar la reducción del uso de plásticos de un solo uso, avanzar en procesos de regulación ambiental más estrictos, y promover investigación sobre los efectos a largo plazo de los microplásticos en el cuerpo humano.
A nivel individual, las recomendaciones pasan por evitar plásticos de un solo uso, preferir alimentos frescos frente a procesados, y elegir envases de vidrio o acero inoxidable para bebidas y almacenamiento.
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