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Con una mezcla de emoción, nostalgia y valentía, Sielva María Díaz compartió públicamente el complejo camino que recorrió para ser reconocida legalmente como hija del cantante vallenato Diomedes Díaz, fallecido en diciembre de 2013. Su relato, publicado en redes sociales y replicado en distintos medios, expone el lado humano de una historia familiar que hasta ahora permanecía en reserva.
Sielva, quien ha ganado notoriedad en plataformas digitales y ha dado sus primeros pasos en la música como corista, explicó que todo comenzó días después de la muerte de su padre, cuando recibió la instrucción de realizarse una prueba de ADN. Esta iniciativa surgió del consenso entre los hijos legalmente reconocidos del “Cacique de La Junta”, quienes decidieron definir, de una vez por todas, quiénes eran los descendientes legítimos del ídolo vallenato.
ADN, dudas y una historia de perseverancia
En su testimonio, la joven detalló que al momento de iniciar el proceso no contaba con documentación colombiana, ya que había nacido en Venezuela. “Menos mal que mi mamá tenía cédula colombiana porque ella sí nació acá. Y a través de ella me dieron mi nacionalidad colombiana”, explicó. Solo así pudo ingresar formalmente al proceso de sucesión legal y realizarse la prueba de ADN.
Pero no todo fue fácil. Sielva reveló que los gastos asociados al examen genético —que costaba 300.000 pesos—, junto con el transporte y la estadía, representaron una barrera económica importante. “Yo no tenía ni un bolívar”, confesó, mientras recordaba cómo su familia organizó recolectas para costear cada paso.
Uno de los momentos más duros llegó antes del examen. En medio de la incertidumbre, Sielva cuestionó incluso a su madre: “Le decía, ‘dime ahora o calla para siempre’”, relató entre lágrimas. A la prueba acudieron algunos de los hijos reconocidos del cantante, como Elder Dayán Díaz y María Alexandra Díaz, lo que daba al proceso un carácter aún más serio.
El día que cambió su vida para siempre
Después de meses de espera y angustia, llegó la llamada más importante de su vida. “Uno de ustedes salió negativo”, fue lo primero que escuchó de su abogada. La frase encendió todas sus alarmas. “Le dije, ‘Esto me está matando, por favor averigüe quién fue’”. Finalmente, recibió la noticia que la llenó de alivio y alegría: “Sielva, cálmate porque tú saliste positiva. Tú eres hija de Diomedes Díaz con un 9.9% comprobado”.
Para ella, ese instante fue tan significativo como el nacimiento de su hija. “Después del nacimiento de mi hija, ese ha sido el momento más feliz de mi vida”, confesó. El reconocimiento no solo le dio un apellido, también una identidad completa.
El legado de Diomedes y las heridas emocionales
Aunque hoy puede decir con certeza que es hija del cantante, Sielva no oculta el vacío que dejó la falta de una figura paterna presente. “Yo no me crié con mi papá, lo veía de vez en cuando”, comentó. A pesar de haber tenido algunos momentos junto a él, la ausencia legal y emocional marcó su niñez y adolescencia.
Con voz firme, recordó cómo el no ser reconocida desde el principio la dejó en un limbo no solo legal, sino emocional. Durante años vivió con la incertidumbre, viendo desde la distancia cómo otras personas sí llevaban oficialmente el apellido que ella sentía propio.
Un relato que toca fibras y expone las realidades de muchos
La historia de Sielva María no es solo la de una hija de un ícono del vallenato, sino la de muchas personas que luchan por el reconocimiento, por una identidad y por un lugar en una historia familiar fragmentada. Su testimonio se suma a la compleja narrativa que rodea al legado de Diomedes Díaz, un artista tan admirado como polémico.
Hoy, Sielva no solo lleva el apellido Díaz en sus documentos, también lo porta con orgullo en su camino artístico. Y aunque aún quedan muchas heridas por sanar, su relato se convierte en una muestra de resiliencia, búsqueda de verdad y necesidad de pertenencia.
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