Utopía
Imagen tomada de Flickr/rocketfall

8 mayo, 2020

Utopía



Por: Redacción Última Hora Col




Por Elim J Alonso

Esta cuarentena ha resultado, además de ocupada, reflexiva. Ayer estuve pensando en cómo sería una nueva Colombia, porque si el mundo va a cambiar después de la crisis, ¿por qué no cambiar, para bien, este Estado que ha resultado caótico en tantas ocasiones?

Quisiera pensar, por ejemplo, en un país mágico, pero en el que no se sigan desapareciendo los recursos del estado.  Que, por el contrario, desaparezcan los corruptos. Esos que firman contratos absurdos para quienes son sus amigos, quienes reparten mercados que resultan ser el doble de costosos al valor real y que toman tajada de las ayudas para los más necesitados.

Imaginar un país en el que no se siga normalizando la censura, en donde no acosen y persigan periodistas. En donde los medios separen sus intereses empresariales de su labor periodística. Que, por el contrario, siga creciendo el periodismo libre e independiente, ese que es capaz de cuestionar a los más poderosos y de hacer control político. En donde no haya más transgresión a la libertad de expresión. En donde no pase desapercibido el hecho de que, de 159 periodistas asesinados, el 78% de los casos permanezca en impunidad.

Visualizar un país en donde el presidente de la república no tenga la necesidad de hacer aclaraciones en las que tenga que recalcar el cargo que tiene, y que mucho menos sea considerado por muchos como un “subpresidente”. En el que se resuelva con celeridad el escándalo de la ñeñepolítica, cuya investigación formal no ha iniciado ya después de tres meses. Que no haya entradas de dineros sucios a campañas políticas. En donde la gente crea en la democracia y no venda su voto por $50.000 pesos.

Que en el país del realismo mágico no siga existiendo una cifra media de informalidad laboral del 47,3%. Que, finalmente, los panaderos lleguen a ganar en promedio 2 millones de pesos mensuales, y no los  $877.803 pesos mensuales (sin auxilio de transporte) que representan un salario mínimo.

Un Estado que haga presencia en regiones como el Amazonas o el Pacífico. En donde se ponga un alto al asesinato sistemático de líderes sociales y defensores de derechos humanos, cifras que han crecido en el primer trimestre del año, con entre 36 y 72 homicidios, varios no verificados. Ojalá existiera una unificación de números, distintas organizaciones registran distintas cifras.

Probablemente, esto resulte demasiado utópico, pero, en medio de este caos, a veces la mente necesita un escape a otra realidad. La realidad de hambre, pobreza, desempleo, corrupción, zonas olvidadas, politiquería y desigualdad. Pero, algo que nos caracteriza como colombianos es no perder la esperanza por más obscuro (o absurdo) que sea el panorama, así parezca que estamos al borde de ser un estado fallido. Porque aunque las comparaciones son incómodas, no somos los únicos que enfrentamos estos problemas (pero eso es tema para otra columna). El mundo no es color de rosa, y estos sueños resultan siendo una gran utopía.

La columna escrita por Elim J Alonso, no representa la línea editorial del medio

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